El final del verano supone la vuelta a la rutina para los más pequeños (y también para los mayores). Durante los meses de calor los ojos han estado expuestos a factores externos agresivos como el cloro de las piscinas, los rayos UV, la arena de la playa, etc. Antes de que comiencen las clases es el momento perfecto para realizar una revisión ocular.
Una exploración rápida de las estructuras tanto externas como internas del ojo nos permitirá detectar cualquier problema visual que presenten los niños.
El ojo es un órgano muy delicado y sensible. La mayoría de las personas son muy aprensivas y tienen miedo de que le toquen o le hagan daño en el ojo durante la exploración, tanto más si se trata de niños pequeños. Lo primero que queremos dejar claro es que para la realización de las exploraciones no es necesario tocar el ojo para nada. En la consulta oftalmológica disponemos de máquinas capaces de detectar desde una simple erosión corneal a alteraciones microscópicas situadas en el interior del ojo de manera no invasiva.
A lo sumo, para poder ver las estructuras internas (retina, mácula, nervio óptico, etc) es posible que se tenga que aplicar un colirio para dilatar la pupila. Esto nos permitirá poder ver con mayor facilidad el interior del ojo. Para explorar las estructuras externas (córnea, conjuntiva, etc.) no hace falta aplicar ningún tipo de colirio.
Las revisiones de los más pequeños son importantes porque nos permitirán detectar patologías que deben ser corregidas lo antes posibles. Los estrabismos, la ambliopía (u ojo vago), o los defectos refractivos (miopía, hipermetropía o astigmatismo) son los principales defectos visuales que pueden presentar los más pequeños.
A partir de los 18 meses ya se puede realizar la primera revisión. Sobre todo si existen antecedentes familiares o se detecta alguna patología. Y desde los tres años de edad se pueden empezar a hacer las revisiones anuales de control.
La detección precoz y la aplicación del tratamiento adecuado es imprescindible para corregir el defecto y recuperar una visión óptima. Dar una solución a tiempo puede evitar, por ejemplo, situaciones de fracaso escolar.
A parte de las revisiones rutinarias también podemos cuidar de nuestra vista día a día siguiendo una serie de sencillos consejos:
La vista es nuestro sentido más preciado. Nos permite apreciar todo aquello que nos rodea de manera muy intensa. En las edades más tempranas es cuando pueden aparecer los primeros problemas visuales. Hay que estar atento a los más pequeños y observar si les cuesta leer o ver las cosas con nitidez. Lo más importante es dar una solución rápida y eficaz a cualquier alteración que pueda aparecer para que no se agrave, de manera que mantengan siempre una visión clara y nítida de su entorno.
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